
Adjuntamos el track de la ruta que hicimos desde Baños de Panticosa: aquí.
Como cada año ya estaban marcadas las fechas 4 y 5 de agosto en el calendario, que este año caían en domingo y lunes respectivamente.
Tras diversas coordinaciones, quedamos a las 9:00 en la Casa de Piedra de los Baños de Panticosa con la idea de ir al refugio de Wallon: Eduardo Cortés (el Secretario de la Asociación), P. Eduardo Martínez (sacerdote), Eduardo Chacón, Iñaki Sánchez, Cristian Cadena, Ángel Sisamón, Izaskun Baltanás y quien escribe estas líneas. Las procedencias eran bastante variadas: Villanua, Zaragoza, Pamplona y hasta de las Palmas de Gran Canarias.
Comenzamos la marcha a eso de las 9:30 con un tiempo despejado y caluroso. Tras una breve pausa en el refugio de Bachimaña a las 14:30 ya estábamos en el collado de Marcadau, donde comimos, y a las 16:30 en Wallón. Bajando hacia el refugio nos encontramos con Javier Ferrer que bajaba hacia Wallon, como si de una especie de Prometeo se tratase, ya que iba a por un mechero porque el suyo se le había estropeado y estaba acampando por la zona del collado con su hija Blanca y Marta; quedamos en vernos el día 5 en el collado.
Ya en Wallon tocaba el baño de rigor (y más tras un día de sol y calor). Ya refrescados nos dirigimos a la ermita para a las 18:00 celebrar la Misa que presidió el Abbé Antoine.
Antes y después de la Misa fuimos saludando al presidente francés Jean-Marc Brasseur, Joseph, Roger Nipona, Michel Jouanolou, Alain Botte, Celia, familia Pont de Cauterets y Jean-Claude Sentenac. De franceses también acudieron Alain Deon, Jeff Geledan y su hijo, que vienen desde hace varias décadas. Jean-Pierre, en quien teníamos un pensamiento. Asimismo: Lulu Manterola, La familia Gashassin Philippe, Laurence y Audrey, la familia Faure Daniel, Camille y Lilian, Philippe y Sylvie Verges, Josette, Michel Ruland y Chantal y Marie-Bernadette Xerri que viene todos los años desde 1982 acompañada de su hijo Eliot que viene desde que tenía 4 años.
Por Pont d’Espagne vinieron Cristina Prieto, con su hijo David de Sicart, su nuera Carla y sus nietos, Berta de 11 años y Pol de 7 y su cuñado y asiduo en esta peregrinación, Jorge de Sicart. También acudió Esteban Arriaga (un veterano de Málaga que hacía algunos años que no venía), con su hija Rocío, su hijo Alfonso y el marido de Rocío, Miguel Alarcón y sus tres hijos, Guillermo, Cristina y Alejandra. Mencionar también a Alfonso, Pila Lavigne y Juan García. A mayor abundamiento, que diría un abogado, vinieron también: Juan Ángel Martínez, su mujer Ana Pujalte y sus hijos Claudia, Juan y Lucas. Y por último aparecieron Guillermo Orus y María que habían salido más tarde desde el Balneario de Panticosa.
Tras la cena dio comienzo a la velada internacional en el exterior del refugio ya que no hacía frío. Al principio las voces españolas eran mayoría pero espontáneamente se fueron añadiendo a los franceses distintos compatriotas suyos ajenos a la peregrinación que estaban en la terraza del refugio, de esa combinación resultó la cosa más igualada. En favor de las voces españolas se ha de decir que se cantaron todas canciones propuestas en el folleto de cantos.
Tras la velada a dormir, la mayoría en el refugio, unos pocos en la ermita.
El día 5 también amaneció despejado y caluroso, solo al final del día crecieron algunas nubes que nos dieron un poco de sombra lo cual era de agradecer, pero no adelantemos acontecimiento.
Salimos puntuales sobre las 6:30 para estar en el collado a las 9:00. Ya en el collado saludamos a los que venían desde el refugio de Respomuso: a Ramón Acín, Heinrich Picker, Juan Fernandez Acín, Diego Alonso, Diego Piker y Álvaro Piker.
En total nos juntamos unas 50 personas entre los que salimos de Wallon y Respomuso, y tras los saludos y picar algo se procedió a la bendición del material de montaña y la oración a San Berardo de Menthon. Al termino comenzamos a subir a la cima. Durante la ascensión soplaba un ligero viento que hizo muy llevadero el ascenso.
Ya en la cima nos encontramos con los últimos participantes que subían directamente desde Pecicos (un ascenso difícil por tener que subir por pedreras), estos eran: Nacho Ferrer y los hermanos Juan y Antonio Romero.
Para la Misa estaba previsto presidiese el P. Eduardo, pero dado que se retrasaba porque estaba ayudando a un sobrino de 12 años (y también porque él llevaba el maletín con las cosas necesarias para la Misa) se decidió hacer primero la ceremonia civil. Como siempre se leyeron, tanto en francés como español, los textos de Samivel y Ch. Peguy y se leyó la lista con los caídos en la montaña desde el año pasado que este año era más numerosa, por el lado español unos 21 montañeros fallecidos.
También se procedió a nombrar damas y cabellos de la montaña a los que por primera vez hacían un 3.000, que este año fueron unos cuantos, el más pequeño de 12 años.
Por fin apareció el P. Edaurdo y tras preparar todo celebramos la santa Misa en la memoria de la dedicación de la Basílica de Santa María (Ntra. Sra. de las Nieves). Concelebraba el Abbé Antoine y quien escribe estas líneas.
Tras la Misa se cantó la salve Regina y Cristina Prieto interpretó la canción de Gioseppi di Marzi, «Signore delle cime», en memoria de los caídos en la montaña y de todos los montañeros.
Tras la Misa nos hicimos la correspondiente foto de grupo (aunque ya alguno se había bajado) y rápidamente todo el mundo se despidió hasta el año siguiente.
Bajamos directamente por el ibón de Pecicos y como cosa a destacar nos encontramos en una concavidad entre las pedreras y la piedra compacta de la montaña, a un cabra montesa que tranquilamente estaba, la cual lucía gran cornamenta. Al ir acercándonos abandonó su concavidad tranquilamente buscando la soledad de la que la estábamos privando.
El grupo se fue dispersando durante el largo descenso, pero más o menos nos volvimos a juntar en la casa de piedra donde nos tomamos una buena cerveza (los que llevaban más tiempo alguna que otra más) para terminar la peregrinación.
Tras eso volvimos a los valles.

Vous trouverez ci-joint la trace de l’itinéraire que nous avons effectué depuis Baños de Panticosa : ici.
Comme chaque année, les dates des 4 et 5 août étaient déjà marquées sur le calendrier, qui cette année tombaient respectivement le dimanche et le lundi.
Après une certaine coordination, nous nous sommes retrouvés à 9 heures à la Casa de Piedra de los Baños de Panticosa avec l’idée de nous rendre au refuge wallon : Eduardo Cortés (secrétaire de l’association), le père Eduardo Martínez (prêtre), Eduardo Chacón, Iñaki Sánchez, Cristian Cadena, Ángel Sisamón, Izaskun Baltanás et l’auteur de ces lignes. Les origines étaient très variées : Villanua, Zaragoza, Pamplona et même Las Palmas de Gran Canarias.
Nous avons commencé la marche vers 9h30 par un temps clair et chaud. Après une courte pause au refuge de Bachimaña à 14h30, nous étions déjà au col du Marcadau, où nous avons déjeuné, et à 16h30 à Wallón. Sur le chemin du refuge, nous avons rencontré Javier Ferrer qui descendait à Wallon, comme s’il était une sorte de Prométhée, car il allait chercher un briquet parce que le sien était tombé en panne et qu’il campait dans la région du col avec sa fille Blanca et Marta ; nous nous sommes donné rendez-vous le 5 au col.
Une fois à Wallon, c’était l’heure de la baignade obligatoire (et encore plus après une journée de soleil et de chaleur). Une fois rafraîchis, nous nous sommes rendus à l’ermitage pour célébrer la messe de 18h00, présidée par l’abbé Antoine.
Avant et après la messe, nous avons salué le président français Jean-Marc Brasseur, Joseph, Roger Nipona, Michel Jouanolou, Alain Botte, Celia, la famille Pont de Cauterets et Jean-Claude Sentenac. Alain Deon, Jeff Geledan et son fils, qui viennent depuis plusieurs décennies, sont également venus de France. Jean-Pierre, à qui nous avons pensé. Et aussi : Lulu Manterola, la famille Gashassin Philippe, Laurence et Audrey, la famille Faure Daniel, Camille et Lilian, Philippe et Sylvie Verges, Josette, Michel Ruland et Chantal et Marie-Bernadette Xerri qui vient chaque année depuis 1982 accompagnée de son fils Eliot qui vient depuis l’âge de 4 ans.
Du Pont d’Espagne est venue Cristina Prieto, avec son fils David de Sicart, sa belle-fille Carla et ses petits-enfants, Berta 11 ans et Pol 7 ans, ainsi que son beau-frère et habitué de ce pèlerinage, Jorge de Sicart. Étaient également présents Esteban Arriaga (un vétéran de Malaga qui n’était pas venu depuis quelques années), sa fille Rocío, son fils Alfonso et le mari de Rocío, Miguel Alarcón et leurs trois enfants, Guillermo, Cristina et Alejandra. Il convient également de mentionner Alfonso, Pila Lavigne et Juan García. Pour faire bonne mesure, comme dirait un avocat, il y avait aussi : Juan Ángel Martínez, son épouse Ana Pujalte et leurs enfants Claudia, Juan et Lucas. Et enfin Guillermo Orus et María qui étaient partis plus tard des Thermes de Panticosa.
Après le dîner, la soirée internationale a commencé à l’extérieur du refuge, car il ne faisait pas froid. Au début, les voix espagnoles étaient majoritaires, mais les Français ont été spontanément rejoints par divers compatriotes français extérieurs au pèlerinage qui se trouvaient sur la terrasse du refuge, ce qui a rendu l’ensemble plus équilibré. En faveur des voix espagnoles, il faut dire que tous les chants proposés dans le livret de chants ont été chantés.
Après la soirée, il était temps d’aller dormir, la plupart au refuge, quelques-uns à l’ermitage.
Le jour 5 s’est également levé clair et chaud, seulement en fin de journée quelques nuages se sont formés qui nous ont donné un peu d’ombre, ce dont nous étions reconnaissants, mais n’allons pas trop vite en besogne.
Nous sommes partis à l’heure vers 6h30 pour être au col à 9h00. Une fois au col, nous avons salué ceux qui étaient venus du refuge Respomuso : Ramón Acín, Heinrich Picker, Juan Fernandez Acín, Diego Alonso, Diego Piker et Álvaro Piker.
Après les salutations et le goûter, nous avons procédé à la bénédiction du matériel de montagne et à la prière à San Berardo de Menthon. A la fin, nous avons commencé à grimper vers le sommet. Pendant l’ascension, un léger vent soufflait, ce qui a rendu la montée très supportable.
Au sommet, nous avons rencontré les derniers participants qui montaient directement de Pecicos (une ascension difficile car ils devaient monter les pentes rocheuses) : Nacho Ferrer et les frères Juan et Antonio Romero.
La messe devait être présidée par le père Eduardo, mais comme il a été retardé parce qu’il aidait un neveu de 12 ans (et aussi parce qu’il portait la valise contenant les choses nécessaires à la messe), il a été décidé de célébrer d’abord la cérémonie civile. Comme d’habitude, les textes de Samivel et de Ch. Peguy ont été lus en français et en espagnol, ainsi que la liste des personnes tombées en montagne depuis l’année dernière, plus nombreuses cette année, avec 21 alpinistes décédés du côté espagnol.
Les dames et les cheveux de la montagne ont également été nommés pour ceux qui faisaient un 3000 pour la première fois, ce qui était le cas cette année, le plus jeune étant âgé de 12 ans.
Enfin, le Père Edaurdo est apparu et après avoir tout préparé, nous avons célébré la messe en mémoire de la dédicace de la Basilique de Santa Maria (Notre Dame des Neiges). L’abbé Antoine et moi-même avons concélébré.
Après la messe, le Salve Regina a été chanté et Cristina Prieto a interprété la chanson de Gioseppi di Marzi, « Signore delle cime », en mémoire des personnes tombées en montagne et de tous les alpinistes.
Après la messe, nous avons pris la photo de groupe correspondante (même si certains d’entre nous étaient déjà partis) et tout le monde s’est rapidement dit au revoir jusqu’à l’année prochaine.
Nous avons descendu directement le lac Pecicos et, fait marquant, nous avons trouvé une chèvre de montagne dans un creux entre les rochers et la pierre compacte de la montagne, qui se tenait tranquillement là avec ses grands bois. Lorsque nous nous sommes approchés, elle a tranquillement quitté son creux à la recherche de la solitude dont nous la privions.
Le groupe a commencé à se disperser au cours de la longue descente, mais nous nous sommes tous plus ou moins retrouvés à la maison de pierre où nous avons bu une bonne bière (ceux qui étaient là depuis plus longtemps en ont bu un peu plus) pour terminer le pèlerinage.
Nous sommes ensuite retournés dans les vallées.